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Antecedentes de la Cuentería como Arte y Oficio

Al comienzo de todo, no había nada. Cuentan los que historias cuentan que de alguna misteriosa forma -diversas según quién cuente, de su cultura, de sus ideales, de sus espiritualidades-, todo fue creado o se fue creando desde ahí, desde la nada. Hasta que en medio de tanta creación nació hombre y mujer, y con ellos la palabra que cuenta, el cuerpo que acompaña lo que se cuenta, y la experiencia más maravillosa que haya existido: imaginar juntos el mundo en el que vivimos, y en el que queremos vivir.

Había que explicarse aquello que rodeaba a nuestros primeros ancestros: Sol, Luna, Lluvia, Montaña, Animales, Ríos, Volcanes, Arcoiris, Cabello, Lágrimas, Brillo de los Ojos… y entre historias fantásticas intentando explicaciones nacieron los mitos, el cuentero y la cuentera comenzaron a tener un lugar especial en las tribus. Eran los que daban sentido de pertenencia, al territorio, al mundo, a la existencia. Eran los que daban explicaciones y sentidos a lo que estaban viviendo y lo que descubrían.

El cuentero tenía el deber de la educación, de la preservación de la especie, de la transmisión de asuntos relacionados con la supervivencia desde la más concreta y material a la más espiritual, era el que daba sentido de unidad; el que mantenía con vida a los ancestros que ya no vivían y sus hazañas en este “nuevo” mundo.

Este maravilloso personaje se repite en diferentes culturas del mundo, con diferentes nombres y roles asociados, sin embargo, la esencia del contador y de la contadora de historias ha sido una piedra fundamental en lo que hoy somos como sociedad.

Pero no sólo eso. Hay quienes creemos que las historias han estado siempre ahí, como parte del aire, del fuego, del agua, del metal o de la tierra, como pequeños seres vivos invisibles e imperceptibles, sólo reconocibles con el olfato mágico de la fantasía. La contadora y el contador de historias fueron capaces de percibirlos, sentirlos, transmitirlos. Las historias les escogieron como sus transmisores con sus cuerpos y voces para ser en la imaginación de los pueblos.

La historia nos llevó por los recovecos más insospechados. Las civilizaciones comenzaron a crecer y a creer en diferentes ideales de sociedad. Hubo amores, guerras, invasiones, paz, catástrofes naturales, encuentros y desencuentros, maravillas y miserias… y el contador nunca dejó de contar. Es como si el contador tuviese sentido sólo cuando cuenta. Atravesó fronteras, iba de pueblo en pueblo transmitiendo lo que las historias le mostraban, caminando, a caballo, en carretillas o acompañando a otros artistas itinerantes. Griots, juglares, comediantes, trovadores, cantores populares, machis, chasquis, el anciano y anciana, los sabios…

La Historia (esa que se escribe con “H” mayúscula), se fue habitando de las historias, pequeñas grandes versiones de una chispita que tenemos dentro, esa sabiduría guardada en cada ser humano, que muchas veces salen convertidas en cuentos, epopeyas, historias, leyendas, mitos, poesía…

A pesar de los vaivenes de la Historia, los contadores han habitado los entramados subterráneos de las sociedades, manteniendo casi el mismo rol que tenían en los inicios de la vida colectiva.

En tiempos recientes el contador y la contadora han florecido después de un gris período histórico para la fantasía y la palabra imaginante. Ha reaparecido luego de un tiempo en el que la razón asumió total jerarquía en el pensamiento humano, y se relegó a la magia y la imaginación a esferas poco aceptadas, incluso prohibidas.

Se convirtió entonces en un arte escénico. Esta maravillosa y sabia tradición de los pueblos desde los más antiguos, resurgió en un viejo – nuevo movimiento artístico que viene tomando fuerza dentro de las diferentes expresiones estéticas contemporáneas, y que si bien toma para su desarrollo elementos de otros lenguajes artísticos (como el cine, teatro danza, música, artes gráficas, etc.), se configura como algo diferente, simple.

La propuesta escénica es el cuerpo, la voz y los cuentos. Desde ahí se busca abrir imaginarios individuales y colectivos en los que se pueda habitar completamente, conociendo nuevos personajes, nuevos espacios, teniendo nuevas experiencias sensoriales. El cuentero como medio para que la historia se habite en otros seres humanos.

Los cuentos, mitos, leyendas, epopeyas, son personitas que habitan a quien los cuentan, y llegado el momento se asoman como queriendo jugar, para ser com-partidos con otros, para seguir moviéndose y fluyendo libres

Cada cuentero, cada cuentera cuenta desde lo que está siendo. Es la versatilidad de este arte, que requiere de una genuidad y autenticidad de quien cuenta para compartirse con otros. Que busca la propuesta estética desde lo más simple: un encuentro alrededor del fuego que son los cuentos y las historias. Esta es la invitación. A ser parte de este encuentro.

Importancia de la Cuentería en el desarrollo de la Actividad que proponen como institución

Este arte escénico tiene un sin fin de potencialidades. Si bien como arte se concibe como un fin en sí mismo, como medio se amplían sus posibilidades. De ese modo, para la actividad propuesta se señalan los siguiente elementos:

De modo general, podemos señalar algunas aperturas que plantea el escuchar – vivir historias en el proceso del desarrollo educativo formal.

  • Desarrolla la Imaginación y Fantasía Individual y Colectiva.
  • Desarrollo del Vocabulario
  • Desarrollo del Pensamiento abstracto
  • Desarrollo del Imaginario y posibilidades creativas
  • Desarrollo de la Oralidad
  • Desarrollo de la Expresión Corporal
  • Fomento Lector
  • Desarrollo de la Conciencia Emocional